lunes, 7 de noviembre de 2016

DEUDA EXTERNA

¿Solución o problema? 

La deuda externa es un factor principalmente político y económico en el que los países implicados que la han adoptado, lo hicieron mediante préstamos que le han solicitado a empresas internacionales, privadas o públicas, para determinar el progreso o la regresión en la sociedad. En un principio, el endeudamiento permite conservar los recursos propios y recibir recursos ajenos para explotar, procesar o producir nuevos bienes y servicios, pero para la Argentina, desde los años setenta, dicho fenómeno se ha convertido en uno de sus principales problemas.

El inconveniente principal de la deuda no es simplemente el hecho de gestionar el préstamo, sino para el fin que se solicita. El modelo ideal sería que, con esos ingresos, se puedan llevar a cabo obras públicas, para el avance y bienestar de la sociedad, entre otras acciones. Pero cuando dicho préstamo se convierte en la solución para saldar deudas contraídas en un pasado, el problema es aún mayor. Ésta es la situación que atravesó y atraviesa la Argentina, luchando contra una suma que se agiganta por los intereses que se establecieron a largo plazo.

Se pueden diferenciar dos etapas en la historia económica argentina en las que la deuda externa tuvo un crecimiento abrupto. La primera fase corresponde a los años trágicos de la dictadura militar en la que, mediante políticas neoliberales diseñadas bajo el plan económico del ministro Martínez de Hoz, se concedió la apertura a los capitales extranjeros, la liberación de los mercados de cambio y financiero y se establecieron políticas de transferencias del Estado hacia grupos económicos mediante la estatización de la deuda privada, la ley de Promoción industrial y las políticas de compra del Estado.

Otras de las causas del aumento de la deuda corresponderían a la bicicleta financiera, mediante la cual empresarios ricos poseían empresas en quiebra ya que acrecentaban sus capitales personales a través de la inversión en los mercados; y la importación de armas debido a conflictos internacionales, a la Guerra de Malvinas y a la represión interior que tenía lugar en el país. Como consecuencia de estas acciones la deuda pasó de 7.800 a 45.100 millones de dólares, se produjo la destrucción de la industria local, el aumento de la especulación y el incremento de los niveles de pobreza, se abrió el mercado interno a la competencia exterior produciendo beneficios únicamente a sectores privilegiados quienes concentraron paulatinamente los capitales.

Por otro lado, la segunda fase puede ubicarse durante los años noventa, cuando en el menemismo estuvo al poder el ministro Cavallo quien renegoció la deuda externa y logró ciertas postergaciones de las fechas de pagos y algunas deducciones de montos; sin embargo, el endeudamiento siguió aumentando vertiginosamente. Paralelamente, se privatizaron la mayoría de las empresas públicas como YPF y ENTEL en las que el pago se realizó a través de bonos y el gobierno no recibió el monto de dinero pactado. Esta vez el déficit alcanzó los 146.220 millones de dólares hacia el año 1999.


El resultado de esta situación fue el recorte de los gastos sociales que se tradujeron en peores sistemas de educación y de salud, se produjo el decaimiento del bienestar de la población y el aumento del desempleo debido a la reducción de puestos de trabajo y al cierre de empresas locales a las que les era imposible competir con las multinacionales extranjeras.

Con Néstor Kirchner al frente del Estado, la situación cambió notablemente, ya que se obtuvo una quita de 65 mil millones de dólares y en 2005 el pasivo bajó a 126 mil millones. Logró el “canje de la deuda” y la quita del 75 %. Canceló el déficit con el FMI para no seguir soportando las presiones que este ponía. De hecho el país pudo volver a tomar deuda con el Banco Interamericano de Desarrollo para la creación de obras públicas. Así, por primera vez desde 1946, se redujo fuertemente el monto de la deuda externa; con ello y con el desligamiento del FMI, se recuperó la autonomía política y económica que sustenta los logros alcanzados y posibilitaba un futuro para la Argentina.


Hoy en día, con Mauricio Macri en la presidencia, el panorama no es para nada alentador. Con sus ideales neoliberales y con su frase “hay que endeudarse todo lo que podamos con organismos mundiales” durante su campaña electoral para llegar al mando, pareciera que se estaría retrocediendo en el tiempo, desaprovechando lo que se hizo durante las gestiones anteriores. De ser así, el futuro de la Argentina estaría nuevamente comprometido y la deuda externa seguirá siendo un problema.

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