¿Solución o problema?
La deuda externa es un factor
principalmente político y económico en el que los países implicados que
la han adoptado, lo hicieron mediante préstamos que le han solicitado a
empresas internacionales, privadas o públicas, para determinar el
progreso o la regresión en la sociedad. En un principio, el
endeudamiento permite conservar los recursos propios y recibir recursos
ajenos para explotar, procesar o producir nuevos bienes y servicios,
pero para la Argentina, desde los años setenta, dicho fenómeno se ha
convertido en uno de sus principales problemas.
El inconveniente
principal de la deuda no es simplemente el hecho de gestionar el
préstamo, sino para el fin que se solicita. El modelo ideal sería que,
con esos ingresos, se puedan llevar a cabo obras públicas, para el
avance y bienestar de la sociedad, entre otras acciones. Pero cuando
dicho préstamo se convierte en la solución para saldar deudas contraídas
en un pasado, el problema es aún mayor. Ésta es la situación que
atravesó y atraviesa la Argentina, luchando contra una suma que se
agiganta por los intereses que se establecieron a largo plazo.
Se
pueden diferenciar dos etapas en la historia económica argentina en las
que la deuda externa tuvo un crecimiento abrupto. La primera fase
corresponde a los años trágicos de la dictadura militar en la que,
mediante políticas neoliberales diseñadas bajo el plan económico del
ministro Martínez de Hoz, se concedió la apertura a los capitales
extranjeros, la liberación de los mercados de cambio y financiero y se
establecieron políticas de transferencias del Estado hacia grupos
económicos mediante la estatización de la deuda privada, la ley de
Promoción industrial y las políticas de compra del Estado.
Otras
de las causas del aumento de la deuda corresponderían a la bicicleta
financiera, mediante la cual empresarios ricos poseían empresas en
quiebra ya que acrecentaban sus capitales personales a través de la
inversión en los mercados; y la importación de armas debido a conflictos
internacionales, a la Guerra de Malvinas y a la represión interior que
tenía lugar en el país. Como consecuencia de estas acciones la deuda
pasó de 7.800 a 45.100 millones de dólares, se produjo la destrucción de
la industria local, el aumento de la especulación y el incremento de
los niveles de pobreza, se abrió el mercado interno a la competencia
exterior produciendo beneficios únicamente a sectores privilegiados
quienes concentraron paulatinamente los capitales.
Por otro lado,
la segunda fase puede ubicarse durante los años noventa, cuando en el
menemismo estuvo al poder el ministro Cavallo quien renegoció la deuda
externa y logró ciertas postergaciones de las fechas de pagos y algunas
deducciones de montos; sin embargo, el endeudamiento siguió aumentando
vertiginosamente. Paralelamente, se privatizaron la mayoría de las
empresas públicas como YPF y ENTEL en las que el pago se realizó a
través de bonos y el gobierno no recibió el monto de dinero pactado.
Esta vez el déficit alcanzó los 146.220 millones de dólares hacia el año
1999.
El resultado de esta situación fue el
recorte de los gastos sociales que se tradujeron en peores sistemas de
educación y de salud, se produjo el decaimiento del bienestar de la
población y el aumento del desempleo debido a la reducción de puestos de
trabajo y al cierre de empresas locales a las que les era imposible
competir con las multinacionales extranjeras.
Con Néstor Kirchner
al frente del Estado, la situación cambió notablemente, ya que se
obtuvo una quita de 65 mil millones de dólares y en 2005 el pasivo bajó a
126 mil millones. Logró el “canje de la deuda” y la quita del 75 %.
Canceló el déficit con el FMI para no seguir soportando las presiones
que este ponía. De hecho el país pudo volver a tomar deuda con el Banco
Interamericano de Desarrollo para la creación de obras públicas. Así,
por primera vez desde 1946, se redujo fuertemente el monto de la deuda
externa; con ello y con el desligamiento del FMI, se recuperó la
autonomía política y económica que sustenta los logros alcanzados y
posibilitaba un futuro para la Argentina.
Hoy en día, con
Mauricio Macri en la presidencia, el panorama no es para nada alentador.
Con sus ideales neoliberales y con su frase “hay que endeudarse todo lo
que podamos con organismos mundiales” durante su campaña electoral para
llegar al mando, pareciera que se estaría retrocediendo en el tiempo,
desaprovechando lo que se hizo durante las gestiones anteriores. De ser
así, el futuro de la Argentina estaría nuevamente comprometido y la
deuda externa seguirá siendo un problema.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario